Palestina: un genocidio en directo

Mientras que un pueblo es asesinado, el mundo calla.
Palestina: un genocidio en directo

Hoy no puedo hablar de otra cosa. Hoy mi voz se une al clamor de millones de inocentes que sufren un genocidio en Palestina. No se trata de un conflicto armado entre dos ejércitos. No. Aquí no hay igualdad de fuerzas, no hay defensa posible, no hay justificación alguna. Lo que vemos cada día son niños que mueren de hambre, madres que se aferran a los cuerpos sin vida de sus hijos, ancianos que mueren bajo los escombros de sus casas bombardeadas. Un pueblo entero reducido al dolor y al silencio.

Y mientras todo esto ocurre… ¿Qué hace el mundo? Los gobiernos callan, se vuelven ciegos y sordos ante la injusticia. Europa, que tantas veces presume de democracia y de derechos humanos, guarda silencio. Naciones Unidas permanece paralizada por los intereses de unos pocos. El Vaticano, que debería ser voz de paz y compasión, no está en primera línea, cuando el Papa debería haber sido el primero en embarcarse en la flota de barcos que hoy se dirige a Palestina con alimentos y medicinas y debería  pisar y besar la tierra donde en su día caminó Jesús, una tierra que ahora no es más que escombros, sangre y dolor. Ese gesto sería un grito de humanidad frente a la barbarie, una llamada al mundo entero para detener la masacre. Pero su ausencia duele, porque la fe sin acción se convierte en silencio, y el silencio, en complicidad.

Esta flota  de barcos  representa esperanza, valentía y solidaridad frente a la barbarie y el pasotismo de los gobernantes del mundo.

Es una vergüenza inmensa para la humanidad. Porque cada niño palestino muerto es una derrota moral para el mundo entero. Cada mujer asesinada, cada familia borrada del mapa por las bombas, es una herida en nuestra conciencia colectiva. Y la sociedad, anestesiada por la rutina, por los discursos vacíos de los poderosos, asiste como espectadora indiferente a una masacre que debería estremecernos hasta el alma.

No podemos permitirnos callar. Quien calla se convierte en cómplice. Quien mira hacia otro lado, legitima la barbarie. Hoy más que nunca debemos levantar la voz, aunque tiemble, aunque incomode, aunque nos quieran silenciar. Porque callar sería traicionar a la humanidad misma.

gaza

Yo quiero estar del lado de la justicia, del lado de la dignidad, del lado de la paz. Y por eso denuncio con todas mis fuerzas que en Palestina se está cometiendo un genocidio, un exterminio programado de un pueblo que solo quiere vivir en paz en su tierra, una tierra donde hace más de dos mil años caminó Jesús, que hoy estaría horrorizado de ver cómo se asesina en su nombre y en su tierra.

Hoy mi voz se embarca simbólicamente en esa flota que navega hacia Palestina. Llevo en mis palabras pan, medicinas y esperanza. Y le digo al pueblo palestino: no estáis solos. Aunque los poderosos os abandonen, aunque el mundo os traicione, hay corazones que laten con vosotros, hay voces que gritan por vosotros.

.La historia juzgará este silencio cómplice, este mirar hacia otro lado. Y ojalá que quienes hoy callan entiendan demasiado tarde que no se puede asesinar la verdad ni apagar la dignidad de un pueblo, sin que exista consecuencias..

Palestina resiste. Palestina sufre. Palestina no muere, porque mientras quede una voz que denuncie y un corazón que no acepte la injusticia, seguirá viva.

Hoy Palestina sangra ante la indiferencia del mundo. Que no digan mañana que no lo sabían. Porque cada silencio es una bala, y cada palabra de justicia es un abrazo de esperanza. Yo elijo hablar, yo elijo estar del lado de la vida.